domingo, 15 de febrero de 2015

Vida es tu mirada.

Me pasa.
Me pasa que cuando me miras,
clavando esa mirada marrón intenso en mis ojos,
ya no existe nada más.
Me das fuerza, 
me haces crecer con un solo gesto,
y para colmo, haces que,
al menos dentro de mi cabeza,
todo deje de ser lo imposible.
Para poder convertirse en lo posible, 
en ese "puedes tener lo que te propongas".

Y te lo juro.         Yo te juro,
que aunque sea solo un segundo,
ese segundo en que nuestras miradas se cruzan y algo brilla -aunque sea dentro de mí-,
yo me lo creo.
Me lo creo pero bien.           
Porque todo a mi alrededor se vuelve pequeño,
y entonces me vuelvo a creer, otra vez,
que puedo agarrar lo que quiera con mi valiente mano.

Ahí es cuando me acuerdo,
vuelvo en mí y veo que tú ya no me miras.
Y veo que ese algo ya no brilla en mí.
Entonces todo se vuelve a hacer grande,
ya nada cabe en mi débil mano.
Lo posible vuelve a su parecer, vuelve a ser lo imposible.

E imposible se vuelve también,
que mis lágrimas no despierten de allí donde se encuentren,
y formen un camino mejilla abajo.
Porque entonces lo sé,
sé que no te tengo.
Sé que nunca te podré tener.
Sé que lo único que tengo de ti es tu mirada.
Y que me tendré que conformar con esos segundos de gloria
en los que nuestras miradas se cruzan,
y mis ojos se llenan de vida.