jueves, 21 de mayo de 2015

El año que me hiciste sonreír en serio.

Enero.

Acompañante del novato año.
Porque con mirarme apareció el confeti;
con pasear tus dedos por mí, las serpentinas;
y con besarme, la mejor de las canciones del DJ más valorado.
Por resumir,
todo lo que lleva consigo un año nuevo
pero peculiarmente.


Febrero.

El día de San Valentín,
no nos trajo besos manchados en chocolate
de alguna caja de bombones inexistente;
sino que llenó nuestras bocas de palabras malsonantes
que nunca, nunca imaginé decirte.
Pero que no hicieron desaparecer esas marcas de "amor",
resaltando que no eran de mis labios,
en tu astuto cuello.


Marzo.

Las marcas se evaporaron,
tu amargo engaño hacia mi, nunca.
Pero no podía, o tal vez no quería,
olvidar tus besos, ni tus noches.
Tampoco tus te quieros,
pese a dudar de ellos en silencio, siempre en silencio.
Y volví a agarrar tu mano.


Abril.

Y aguas mil.
Y con ellas,
tus susurros, salpicados de lluvia que no deja de caer
y que tienen como destino mis labios.
Eran horas en tus brazos,
balanceándome entre ásperos besos que llegaban a ser vicio.
Al igual que tú, la lluvia me acompañaba constantemente.
Como dije antes,
se trataba de un vicio irremediable.


Mayo.

El calor tuvo que hacerme compañía
cuando de ti solo recibía... ausencia.
También hice amistad con la incertidumbre.
Se ve que el vicio pasó a ser rutina,
se ve que agotamos los recursos y nuestro barco no volvería a llegar a tierra para reponerlos.
Se ve que nosotros... No, perdón: Se ve que tú y yo,
aunque fuera recóndito, eso lo sabíamos, pero no lo aceptábamos.


Junio.

Más y más calor.
Más y más rutina.
Más y más besos sin argumento alguno.
Más y más noches en las mismas sábanas,
en la misma habitación,
pero en distintos mundos.
Era amor, pero peculiarmente.


Julio.

El barco que navegaba sin recursos,
se hundió.
Era una tarde calurosa.
Esas marcas en tu cuello de unos labios ya conocidos,
reaparecieron.
"Te lo advertí, la segunda vez ya no te lo perdonaría."
Eso fue lo último que le dije.


Agosto.

Me quedaba mucho calor por delante,
así que decidí irme a la playa.
El viento revolucionaba mi pelo con cada oleada
como queriendo que yo le hiciera una pequeña mueca de sonrisa.
Pero nada.

-Nada. Los siguientes meses no hay para destacar,
a pesar de que no encontré otras manías como la tuyas.
Nada otra vez,
salvo que hacía frío...-


Diciembre.

Con frío, como ya he dicho.
Aún así, tu mirada me congeló más.
Plaza del Callao. Un ir y venir de gente. Luces por todos lados.
Y tú intentando convencerme con argumentos que nunca me calaron.
"Nunca me tomaste en serio. Pero te juro que lo último que escuchaste,
es lo más en serio que dije en mi vida. Adiós." Y lo solté convencida.
Entonces, al irme, por fin pude sonreír.
Porque descubrí que sólo necesitaba quitarte de en medio.
Y te juro que esa sonrisa fue la más en serio de mi vida.