Iba en el coche,
hace un par de noches,
y lo entendí.
Pensad en dos carreteras,
(dondequiera que sea,
en cualquier lugar del mundo)
totalmente independientes.
Ninguna sabe de la existencia de la otra; de hecho, son opuestas.
Perfecto, ahora
pensad en una curva inesperada
en una de esas carreteras.
Ocurre de repente, y
se encuentra de cara con la otra.
Así es, que se unen.
Sin pensar en dónde llevaran a todos esos coches
que las surcan.
Pasan los kilómetros y,
bueno, parece que funciona.
Soportan el lluvioso invierno
y el abrumador verano;
son una sola carretera
con direcciones distintas,
pero una.
Es entonces cuando
se empiezan a separar.
Ninguna se lo está creyendo,
en verdad.
Claro, tarde o temprano,
se volverán a unir, ¿no?
Pero no es así;
se distancian tanto
que cada una lleva a un país distinto.
Cuando se quieren dar cuenta,
cuando levantan la vista, ya no hay nada.
Obviamente, seguirán recorriendo km, llegarán a nuevos países, y reirán de nuevo, sin pensar en aquella carretera.
[Cada uno que lo aplique a lo que quiera. Yo, ya lo entendí todo]